Los niños sordos tienen derecho a aprender a leer y escribir (y a disfrutar el proceso)
¿Recuerda cuando aprendió a leer y escribir? ¿Cuántos años tenía? ¿Era una actividad placentera? ¿Cómo lo hizo sentir el poder leer los rótulos en los centros comerciales o en las calles y avenidas de la ciudad? Para muchos niños en las escuelas del país, esta actividad puede resultar poco gratificante o atractiva.
Cuando existe una discapacidad auditiva y no comprendemos la forma en que el docente se comunica con nosotros y las letras carecen de significado, este proceso resulta frustrante.
Muchos niños en las escuelas o colegios de Guatemala viven con discapacidad auditiva, lo cual me lleva a reafirmar que su lenguaje materno son las señas. Carecen, por la misma condición, de la oportunidad de escuchar el idioma hablado de su comunidad y de sus padres. Sus conceptos del lenguaje oral son limitados, pero son excelentes lectores de gestos y expresiones corporales.
Existen métodos especializados para enseñar a leer y esscribir a niños con discapacidad auditiva, lamentablemente los docentes los desconocen, o en todo caso desconocen la condición del niño y le enseñan con métodos fonéticos y silábicos que carecen de significado para él.
Durante la formación de formadores es importante brindar estrategias para que puedan brindar una enseñanza de la lectoescritura según las necesidades del estudiantado que llegue a sus aulas. Si hablamos de educación inclusiva, es un derecho que todo niño en el aula requiere.
Sería importante que el aprendizaje de los niños sordos sea gratificante, placentero y los haga sentirse poderosos y con ganas de comerse el mundo de los libros. Los niños con discapacidad auditiva también merecen sentir el placer de leer y escribir.