La lectoescritura comienza en el vientre materno
Entre tantos videos que circulan y se viralizan en redes sociales, es posible que usted haya visto el de un papá que lograba, por medio de comandos verbales, patadas y movimientos muy específicos de un bebé que aún estaba en el vientre materno. O el video de cómo reaccionaba, con sonrisas y movimiento, un bebé de semanas de nacido al escuchar a mamá cantar la misma canción que le cantaba antes de nacer.
A partir de la semana 27 de gestación, el sistema auditivo del bebé ha madurado lo suficiente para que pueda percibir los sonidos de su entorno, lo que le permite no sólo familiarizarse con la voz de su madre, sino con los ritmos y sonidos del idioma al que ha estado expuesto.
Esta habilidad resulta fundamental para la posterior adquisición del lenguaje que más adelante aprenderá a leer y escribir.
Hace apenas algunos años se creía que los bebés nacían como una tabula rasa, y que el aprendizaje no podía ocurrir en el vientre materno por la inmadurez del desarrollo cerebral. La ciencia ha comprobado recientemente que al apoyar el desarrollo auditivo temprano, desde el vientre materno, pueden compensarse incluso dificultades de naturaleza genética, como por ejemplo la predisposición a la dislexia.
Así que mientras más temprano, mejor. La exposición temprana del bebé a su lengua materna a través de historias, canciones, rimas y conversaciones afectivas nutrirá su capacidad para la lectoescritura. Luego, durante la etapa escolar resulta fundamental que los maestros y maestra enseñen con afecto, para conectar con la cognición efectiva de cada niño o niña.
¿Qué tanto estamos aprovechando la capacidad de aprendizaje y memorización de los bebés durante su gestación? Recordemos siempre que el cerebro responde a la estimulación, así que abramos las puertas a desarrollar el máximo potencial de cada ser humano desde antes de nacer.